Este cuadro fue el primero de una larga serie q se ha ido realizando antes y despues del 11-S donde contrapongo cielos y ciudades e intento poner de manifiesto la pequeñez de nuestras ciudades ante la inmensidad del cielo y de la naturaleza. En este caso en particular la ciudad y el cielo están en armonía, los dos lucen por igual, los dos son limpios, brillan y ninguno se impone, se refuerzan generando una sensación de claridad, aunque sea de noche, irreal porque tristemente ya sabemos que muy pocas veces en la ciudad se puede ver el cielo devido a la polución (otro barrote mas de casi todas las ciudades grandes que nos separa de nuestra naturaleza y de la belleza)